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Inicio » Artículos » Año lectivo 2007/08 » № 10

¿Adónde vamos a parar?

Esta expresión española que me gusta mucho (y a la que llamo siempre la atención de mis estudiantes) me pasa últimamente por la cabeza muy a menudo cuando veo y reflexiono de lo que ocurre a mi alrededor.

Un amigo mío, docente universitario igual que yo un buen viernes por la tarde (¡!) recibe de sus superiores una orden: se le incumbe permanecer veinticuatro horas del día tal (y la respectiva noche, naturalmente) en la facultad vigilando... ¿por qué? Pues, por si hay alguna emergencia o ataque terrorista en vistas de las elecciones. Ni más ni menos. ¿Y los guardias, de ésos, tan amables, que son los primeros en saludarnos cada mañana? ¿Acaso no es su pan de cada día y su deber sagrado? Nada, dormirán como lirones. Y tú, pobre hombre, ¿cuándo dormirás? ¿Y en qué estado vendrás a dar tus clases al día siguiente? Pues, amigo, francamente, les importa un pepino... u otra hortaliza que quieras.  ¿Por qué no lo rechazas? Hombre, ya ves: a mí sí que me importa la Universidad y aún no tengo una posición tan consolidada como para pasarme por alto las instrucciones que me llegan desde arriba, por estúpidas que sean.

Un estudiante que conozco no estaba en su residencia cuando vinieron a hacerle visita unos señores de uniforme gris. Afortunadamente no estaba. Hay que hacer justicia a sus colegas: nadie reveló el sitio donde se encontraba. No es que hubiera hecho nada malo. Tan sólo que a la comisaría militar parecía que debía cumplir el servicio militar... pero ahora mismo (¡!). Esto sucedió hace poco y ahora él trata de no aparecer más que lo justamente necesario en su habitación, dondequiera que vaya lleva encima el certificado que acredita su condición de estudiante... y sigue sin estar seguro. Porque ya tiene a un amigo estudiante sirviendo en la heroica Marina de Guerra Rusa.

Estas noticias además de dejarte estupefacto, te dan la sensación de anacronismo o de absurdo. Ya se sabe, ha habido de todo en la historia de nuestro país. Pero mientras estaba vigente la famosa (y anecdótica) máxima de que La severidad de las leyes rusas se compensa con el carácter no obligatorio de su cumplimiento, había más razones para ver con esperanzas el futuro.

Algunos dicen que vamos avanzando rápidamente hacia una dictadura. Otros afirman que estamos volviendo a los peores aspectos del sistema soviético – sin que esto suponga la recuperación de los correspondientes momentos positivos. Y yo me pregunto: ¿no serán más bien manifestaciones de uno de los clásicos – y sempiternos – dos males de Rusia? Y de ser así, ¿será un factor reconfortante o bien un motivo para mayor preocupación?

M. Mazaev es antropólogo, profesor de español y portugués. Se le conoce como a una persona de principios firmes, por lo cual ha accedido a dirigir una columna de nuestro periódico, intitulada “Principios”.

Categoría: № 10 | Ha añadido: quepasa (26.11.2007) | Autor: M. Mazaev
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