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Para todos los que todavía no se han atrevido para su Camino.

¿Qué es el Camino de Santiago? 
El cristianismo dispone de tres rutas sagradas: la de los romeros, hasta la sepultura de San Pedro en Roma; la de los palmeros que conduce al Santo Sepulcro de Cristo en Jerusalén; y la de los peregrinos de la concha que lleva hasta Santiago de Compostela (camino de la estrella) donde supuestamente están enterrados los restos del Apóstol Santiago.
Muchas son las que acaban en Santiago, siendo la más recorrida por millones de personas la conocida como el Camino Francés. la Vía Láctea le servía de guía por la noche en el pasado. Por el día da el sol en la espalda caminando por la mañana y por la izquierda o de frente al atardecer. Uno de sus puntos de salida más frecuentados es la localidad francesa de Saint-Jean-Pied-de-Port o el pueblo español de Roncesvalles, desde donde llegan a Pamplona, Puente la Reina, Logroño, Santo Domingo de la Calzada, Burgos, Carrión de los Condes, León, Astorga, Ponferrada, Villafranca del Bierzo, Cebreiro, Sarria y Palas de Rey, entre otros lugares con gran significado histórico.


¿Por qué he decidido hacer este Camino? Hasta ahora no lo sé exactamente. Fue una coincidencia de varias circunstancias. Primero, lo hizo mi amiga Ana que me intentó convencer de forma reiterada, esforzada e infructuosa. A pesar de que aquella vez aquella voz no consiguió su objetivo, ella consiguió sembrar en mi cabeza un pre-conocimiento. Ahora yo sé que esto no fue por casualidad.

Cada uno tiene su propio Camino y tiene que hacerlo en un tiempo apropiado a él y no a su mejor amigo o según su horario laboral.
La segunda circunstancia que me llevó hasta Santiago fue la cena que tuve en abril con unos conocidos españoles que ví por la primera y la última vez en mi vida. Me dijeron que este año 2010 era el Año Santo XACOBEO*, o jacobeo en castellano (¡que palabra mas misteriosa y tanto más atractiva!). ¡Y el próximo Año Santo será sólo dentro de 11 años! Me explicaron que todos los que se atrevieran a emprender el Camino este año, ganarían la indulgencia plenaria. Y para eso sólo era necesario recorrer 100 kilómetros andando o 200 kilómetros en bicicleta. ¡Qué bagatela!
Entonces oí dos palabras mágicas que decidieron todo – Xacobeo (hasta ahora me encanta como se escribe en gallego :)) y bicicleta-200-kilómetros. La indulgencia plenaria no me excitaba mucho pero por qué no. Para algo servirá. Así que empecé mis preparativos. 
Primero, calculé los 200 kilómetros desde Santiago hacia el este por el Camino Francés que es el más popular y acondicionado para los "mochileros” de mi especie. Si a alguien le interesa, es el pueblo de Ponferrada. Segundo, pregunté a mis amigos de Bilbao si tenían alguna bicicleta. Sí, la tenían, de paseo pero esta detalle ya no importaba mucho. 
Ya. Hecho. Me fui de Moscú con ganas firmes y seguridad absoluta que estaba preparada mejor que nadie. Ya me veía en los paisajes verdes y llanos de Galicia en una carretera pintoresca con los pajaritos por encima,  una bicicleta de paseo por debajo y una maleta de ruedas que estaba corriendo detrás (igual tenía un motorcito en las ruedas). Menos mal que antes de empezar el Camino tuve una semana por España y aunque no pensaba mucho pero sí, por lo menos, hablaba con los de alrededor sobre mis planes napoleónicos. Todos como uno me dijeron: "¿Una bicicleta de paseo? Ni pensar. Te quedarás en la primera cuesta”. Entonces en un día encontré y alquilé por Internet una bicicleta de montaña con las alforjas que iban a remplazar mi maleta de ruedas, compré un chubasquero rojo y una guía de peregrino. El resto – el saco de dormir, la linterna y otras cositas de peregrinaje - tenía Guti, mi amigo de Bilbao, un peregrino de alma grande y experiencia larga.
El día 27 de junio cogí el tren Bilbao-León donde conseguí un credencial y recogí mi bicicleta. Luego – otro tren León-Ponferrada y desde ahí ya arranqué hacia mi indulgencia plenaria.
Durante aquellos 6 días que duró mi viaje a Santiago pasaron mucha gente, muchas historias. Se sucedían montes, montañas, prados, aldeas, vacas pastando, casas, ermitas, monasterios, cementerios, frutales, ríos y riachuelos, ventas, casas de comida con el menú del peregrino que no solían superar los diez euros, alojándome en albergues y pensiones disponibles según la hora de llegada a lo largo de todo el Camino. Durante este viaje me desenchufé en absoluto de la realidad habitual y me di cuenta de muchas cosas en que normalmente no tenía tiempo para pensar. A veces lloraba de cansancio, a veces saltaba y cantaba de alegría. La aventura de Camino es una experiencia única, muy individual y existencialista. Es una combinación de tres factores determinantes. Primero es el ejercicio físico, la superación que llevas a cabo cada día y que cada día te trae una satisfacción increíble y te recarga de energía positiva. Segundo es la soledad y el contacto con la naturaleza que te vuelve a tus raíces, te tranquiliza y armoniza. Y el tercero es la comunicación. Comunicación abundante y de lo más seleccionado a la vez. El Camino atrae a mucha gente y esta gente es muy especial – la que busca y encuentra, la que desconoce y descubre, la que está abierta al mundo y a ti. La empresa común – el Camino – produce un sentimiento de fraternidad y de ayuda mutua tan fuerte que dura mucho mas que el mismo Camino. 
Nunca olvidaré a un gallego que se llamaba Miguel. Antes de hacer la etapa más complicada hacia O Cebreiro (la entrada a Galicia) Miguel dejó su mochila y la mandó al destino con el taxi. En algunos pueblos existe este tipo de servicio. Pero por el camino primero encontró a una chica brasileña que iba llorando con la rodilla lesionada y no podía seguir mas. Después vio a mi que iba empujando la bicicleta por un sendero de mucha cuesta arriba y mucha roca. Las últimas tres horas de aquel etapa que eran las más duras, Miguel pasó arrastrando la mochila de la brasileña y empujando mi bici a la vez. La verdad es que sin él yo no lo habría podido hacer y me habría quedado en el medio campo de montaña sin lugar para dormir. La brasileña casi no podía andar y al llegar al pueblo se quedó en el hospital. El Camino no es un paseo o atracción. La gente que lo hace de verdad, a veces sufre mucho. Y sin la ayuda de los prójimos el Camino puede resultar insuperable.
Tuve mucha suerte – no tenía pinchazos de rueda, casi no llovía (sólo un día de lluvia en Galicia no se cuenta), no tenía ningunas lesiones o ampollas, no me desvié, no me picaron los bichos… no me pasaron muchas cosas de las que habrían podido pasar y que a mucha gente pasa. Mucha gente desconocida me ayudaba y apoyaba.
Unas semanas después de haber acabado el Camino me preguntaron mis amigos españoles: "¿Y que tal al final? ¿Has llorado en la plaza de catedral con los demás peregrinos?”. Sí, lloré y lloré mucho. Pero no por haber conseguido el objetivo y abrazar a Santiago** sino por no querer acabar el Camino. Porque lo que de verdad tenía sentido era el mismo Camino, el proceso. Y ahora el único sueño que tengo es volver! Volver y hacerlo otra vez pero ya en serio – completo y  andando. El Camino es la mejor manera de conocer el país y a la gente, conocer la vida y a ti mismo. ¡Buen camino!***

* Xacobeo, o jacobeo viene del nombre latín de Santiago – Jacobo. Del original Jacobo derivaron los nombres en Iago, Yago, Jaime, Diego, Tiago. El Año Santo Jacobeo es el año en que el 25 de julio cae en domingo. Esto sucede con una cadencia regular de 6-5-6-11 años, de modo que cada siglo se celebran catorce Años Santos Jacobeos.
** Abrazar al Apóstol es lo que hace casi cada peregrino o los llamados "turigrinos” que llega a Santiago de Compostela. Primero hay que esperar en la cola no menos de 20-30 minutos y luego te dejan entrar en la cripta del Catedral donde están enterrados los restos controvertidos de Santiago y donde se puede abrazar a la estatua de Apóstol y pedirle lo que quieras.
*** "¡Buen camino!” son las palabras con que se saludan los peregrinos que se cruzan por el Camino.

Una digresión lírica. La credencial del peregrino es un documento que se entrega a los peregrinos que quieren recorrer el Camino a pie, en bicicleta o a caballo, y es necesario para tener acceso a los albergues y para obtener la compostela. Se puede solicitar con antelación en cualquier asociación de amigos del Camino. También se entrega en las parroquias o bien los albergues públicos de las localidades importantes del Camino – Pamplona, León, Astorga, Ponferrada etc. Ya en el Camino, este documento sólo tendrá validez si está debidamente datado y sellado. Así pues, a lo largo de recorrido hay que solicitar que te pongan el sello y la fecha allí donde pernoctes. Tienes que sellar la credencial en el pueblo o ciudad desde donde empezaste el Camino aun cuando no hiciste noche allí. Y después por todo el Camino en cualquier bar, hotel, comercio, oficina de correos etc. tienes que pedir que te lo sellan. Todas las instituciones que tienen suerte de estar en el Camino disponen de su propio sello, a veces feo y aburrido, pero más a menudo – pintoresco y divertido. Al final de mi Camino ya me estaba entreteniendo poniendo los sellos por todas partes – hasta en los baños. 

En Santiago, al recorrer los últimos 100 kilómetros pie o 200 en bicicleta y al presentar el credencial se puede obtener la compostela (también denominada compostelana)  que se expide en la oficina de atención al peregrino. La compostela es un documento centenario que acredita haber realizado el Camino. Hay dos tipos de compostela, según si el Camino se ha hecho con motivaciones religiosas (bajo pietatis causa) o no.

Categoría: №25 | Ha añadido: quepasa (08.11.2010) | Autor: Ekaterina Samsónkina
Visiones: 730 | Comentarios: 2 | Ranking: 0.0/0
Total de comentarios: 1
12.11.2010
1. Ekaterina Samsonkina [Material]
Muchas gracias, Mercedes! Me alegro que te haya gustado smile


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