Cuando se habla de los Países Catalanes normalmente se mencionan las tres CC.AA. de España: Cataluña, Valencia y las Baleares, a veces también Andorra y algunas zonas limítrofes de Francia. Pero no olvidemos la existencia de otro pequeño trozo de esta comunidad cultural y lingüística: la ciudad de Alguer en Cerdeña. «Bonita, por mi fe, y bien asentada» Carlos I de España sobre Alguer.
Eran los tiempos del auge de la influencia catalanoaragonesa, cuando los famosos y temidos almogávares hasta llegaron a conquistar Atenas y otras tierras en Grecia que unieron a la corona de Aragón. Reinaba Pedro IV el Ceremonioso, "un monarca enérgico y duro que reorganizó la corte, la administración y el ejército, dirigiendo sus actividades a incrementar el poder real y a aumentar sus dominios en el Mediterráneo”. En 1351 entró en guerra contra Génova ya que ésta apoyaba sublevaciones en Cerdeña, antigua posesión genovesa que ahora pertenecía a la corona de Aragón. La población del pequeño puerto fundado por los genoveses en el Noroeste de la isla se rebeló también y Pedro IV, comprendiendo que no podía contar con su lealtad, expulsó a los habitantes de la ciudad y la repobló con catalanes. El nombre de Alguer (normalmente se usa con el artículo: S’Alighera en sardo y L’Alguer en catalán) proviene quizá de las algas que abundan en el mar circundante. En general, Alguer está ligado al mar con mil lazos: desde la artesanía más emblemática (el trabajo del coral, una rama del cual hasta aparece en el escudo de la ciudad) hasta la leyenda de la Virgen de Valverde cuya imagen fue encontrada en las aguas por los pescadores. Y otros tantos lo unen con las tierras catalanas. Es la lengua que se ha mantenido hasta hoy día; aunque el porcentaje de los hablantes se ha visto reducido por la urbanización, los alguereses hablan catalán, cantan en él (hay muchos cantantes famosos, por ejemplo, Franca Masu), o si no, lo aprenden. Durante mi estancia allí unos turistas de Gerona me contaron que con el catalán se hacían entender sin problemas. Es la arquitectura, tanto religiosa (algunas iglesias son un bonito ejemplo del gótico catalán) como laica (las famosas torres, típicas construcciones de defensa). Son las tradiciones entre las que destacan las fiestas: de la Semana Santa con raíces ibéricas y con ritos muy particulares (como el desclavament, que imita la Deposición de Cristo) o de la Navidad con el llamado Cant de Sibil-la (un drama litúrgico y un canto gregoriano que tradicionalmente sólo se interpreta en Palma de Mallorca y en Alguer). Finalmente, diría que los emparienta y vincula una atmósfera de cierta alegría embriagadora, el espíritu de la movida. Alguer es un lugar adonde viene la gente de otras partes de Cerdeña y de fuera a descansar, a veces llegan de la cercana Sassari, por ejemplo, sólo para tomarse un licor en la terraza de un café y pasear por el malecón durante la puesta del sol.
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