Tras haber leído en último número de El Sol el artículo sobre el cóndor, me gustaría compartir con los lectores de ¿Qué pasa? mis impresiones de otro contacto con aves. El verano pasado vi el vuelo de aves exóticas en los Pirineos, en una reserva. Se encuentra en el castillo de Beaucens (Francia). Tiene cerca de mil años y su historia ha sido difícil. Sólo a partir del siglo XIX fue restaurado y convertido en una reserva de aves. Ahora alberga en total más de dos mil ejemplares. Y muy distintos: hay aves de rapiña, de corral y otros, pero son especialmente numerosas las águilas, como también halcones, grifos y avestruces. Además, hay un cóndor que los conservacionistas habrán traído de los Andes. Cada día los visitantes pueden ver un espectáculo preparado por los conservacionistas que también trabajan como domadores y son muy pocos; este espectáculo tiene lugar como regla, en función matutina, aunque muchas actrices sean aves nocturnas. Cuando alzan el vuelo se puede ver hasta sesenta aves juntas. El público se sienta en el suelo y a veces, cuando un águila real (apertura de alas 1 m 50 cm) se te acerca en vuelo rápido, tienes medo y llegan ganas de extenderte a ras de la tierra. Las aves representan trucos, por ejemplo, romper un huevo o matar una culebra, coger comida al vuelo etc. Después del espectáculo se puede dar una vuelta por el castillo, sacar fotos de aves e incluso tocarlas. Es una experiencia inolvidable y aconsejo a todos que no pierdan la ocasión de visitar Beaucens. Marina Urségova, cantante, es aficionada al deporte, a la música, es también aficionada a los temas ecológico-ambientales y de la naturaleza.
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