¿Cómo es posible no olvidar una lengua durante el verano? ¡Sólo practicándola! En el caso del español, lo mejor sería hacerlo en España, donde el propio ambiente te ayuda a aprender este idioma. Entonces ¿por qué no organizamos grandes aventuras para disfrutar y estudiar? La respuesta es sólo la una: ¡Vamos a España! Pero… ¿a qué ciudad? ¡La que tiene las calles más estrechas, donde suena la guitarra española, donde el mar se junta con el Sol y donde siempre reina la alegría! ¿¡Por qué no vamos a Barcelona!?
El primer día en Barcelona nos dio unas impresiones muy diferentes. Algunas de nosotras lo único que tenían, era sueño. Otras admiraban Barcelona de noche.
Las aventuras estaban a punto de empezar. Pero llegamos a Barcelona para estudiar, así que las clases en la escuela ocupaban una parte importante de nuestro programa de vacaciones.
- ¿Qué pensáis sobre la enseñanza en la escuela? ¿Sobre las clases? ¿Sobre los chicos con que estudiasteis?
Daria: “Para mi la escuela fue un lugar donde tenía sólo amigos, donde todos eran benevolentes y muy amistosos. ¡Estudiamos en una escuela de sonrisas y de la gente brillante e interesante!”
Cada día después de 4 horas de clases hablando español, salíamos corriendo para hacer otras cosas – ir a la playa, comprar regalos para nuestros amigos de Rusia, visitar las curiosidades y museos de Barcelona, y por fin, para bailar por la noche a algún club.
- ¿Qué actividades os gustaron más?
Daria: “Oh! ¡Hicimos un montón de cosas estupendas! Entre las cuales, quiero mencionar nuestros paseos por la ciudad, especialmente por la noche, las visitas a los museos, a las tiendas de ropa! No podré olvidar nuestros paseos por la playa, cuando el agua nos tocaba las pies...”.
Por supuesto, no podíamos vivir sin aventuras, que ya empezaron desde el primer día de nuestra estancia en España. A veces, tuvimos unas historias tristes, pero en general todo se acababa bien y de una manera muy divertida. Ahora, a menudo recordamos nuestra visita al club de salsa cuando Katia y Lera, dos aficionadas bailadoras de salsa pasaron casi toda la noche de pie aguantando nuestras bolsas! A mí y a Daria que no sabíamos bailar salsa para nada, nos sacaron a bailar todo el rato mientras que las que estaban bien preparadas para bailar se quedaron al margen. Hasta ahora nos reímos montón recordando aquella noche frustrante para unas y sorprendiente para otras. Otra cosa que recordamos con mucha alegría es como cenamos en un restaurante japonés. ¡Era “una mesa sueca” si se puede decirlo así, donde los platos muy variados se movían por una cinta transportadora y nosotras podíamos coger cualquier plato y cuanto quisieramos. Así que al final comimos tanto, que después no pudimos ni levantarnos de la mesa!
- Lera: “¡Si! También recuerdo como tratábamos de poner en marcha la lavadora. Estábamos las tres en casa. Metimos nuestra ropa sucia y nos fuimos a la escuela. ¡Y al volver lo vimos en el suelo! ¿Qué pasó? Ahí al lado encontramos una carta donde estaba escrito: “Su ropa está en el suelo, porque está sucia. ¡Y esto es la máquina para secar la ropa, no para lavarla!””
¡Nos quedaba sólo reir, porque durante estas vacaciones hemos aprendido a mirar al mundo con una amplia sonrisa!
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