Existe un tópico al que se recurre siempre cuando se debe explicar cualquier irregularidad: ésta ocurre por razones técnicas. Es por razones técnicas que en verano por un mes entero no tenemos agua caliente. Por razones, claro, estrictamente técnicas se cancelan paseos en pony (¡!) para niños. Por razones técnicas – que más podía ser – suspende Hugo Chávez su maratón televisivo ‘¡Aló, Presidente!’. En fin, como dice en su blog Mario Benito, “las razones técnicas suelen ser razones de mucho peso. Insalvables.”
Recordé este cliché hace poco y ya veréis por qué. Este año trabajo con varios grupos nuevos y como es habitual, hace falta escanear algo, buscas en la red otro y les das el enlace a los alumnos... En un grupo no hay problemas técnicos, o si aparecen, en seguida hay alguien que me dice: ‘Tranquilo, profesor, ya les expliqué a los muchachos como arreglarlo’. En otro, el hecho de que una página es vertical y otra horizontal, ya presenta un obstáculo insuperable. Claro, se entiende, las dificultades técnicas son una cosa objetiva, ya, ya... pero la diferencia no deja de ser elocuente.
Me acuerdo – con cariño – de como, al nacer el proyecto ¿QP?, teníamos un montón de problemas técnicos (se hacía todo a puro entusiasmo y sin recursos); de como esperábamos a Lidia Yakúshina que llegaba con una pila de números nuevos y contaba como ‘antes que la impresora hincara el pico ella había conseguido arrebatarle unos cuantos ejemplares en color’. Nadie sabía compaginar, pero no por eso renunciamos a hacerlo y – tras una noche en blanco – salía el número flamante en la fecha prevista. Y he aquí que me viene a la memoria un dicho antiguo: quien quiere hacer algo, encuentra mil maneras, quien no quiere, encuentra mil excusas.
 La técnica es peligrosa y los ‘problemas técnicos’ a veces se vuelven una pesadilla. Ya no basta que tengamos miedo sólo a las centrales nucleares, sino también a las hasta ahora consideradas más inocuas, las hidroeléctricas. Claro, en la raíz de la tragedia está muchas veces el no menos famoso factor humano, pero es la técnica que te golpea directamente.
La técnica es esquiva y caprichosa. Muy contrariamente a lo que sería de esperar, tiene su carácter, y lo muestra. Hay quienes hipotizan y presagian en el futuro una rebelión de máquinas contra las personas. No sé. Al menos por el momento, el hombre aún consigue ser dueño de la técnica. Cuando lo quiere.