Septiembre es el mes cuando siete países de América Latina celebran el Día de la Independencia. Brasil, Méjico, Chile, Honduras, Costa Rica, Guatemala y Nicaragua declararon su independencia en el primer mes de la primavera. Esto ocurrió en diferentes años y en diferentes partes del continente, teniendo los países unos caminos variados. Pero lo que tenían en común todos esos países era un deseo de vivir en sus propios estados, con sus propios gobiernos, un deseo de los pueblos de construir su futuro por ellos mismos. La ruta que los llevó a la libertad fue parecida.
En el siglo XIX España aún era un gran imperio colonial. Sus tierras en el Nuevo Mundo iban desde Oregón, en el norte, hasta la Patagonia en el sur. Pero el país de los Borbones ya no era el mismo que en el Siglo de Oro, durante el reinado de los Habsburgos, cuando España conquistó América Latina. Las guerras fallidas en Europa desordenaron la economía en la metrópolis. La dependencia de las colonias de la metrópolis bajó. Pero las leyes que limitaban el comercio de las colonias permanecieron iguales. Los países del Nuevo Mundo no podían comercializar con otros países, además entre ellos mismos había grandes restricciones. Lo que provocaba el descontento de los latifundistas latinoamericanos quienes especialmente sufrían estos límites. Y la voz de los patriotas de América Latina, apoyados por las razones económicas, resonó más fuerte.
A partir de los años 10 del siglo XIX las contradicciones entre metrópoli y las colonias llegaron a un nivel crítico. Los acontecimientos en Europa (la invasión de las fuerzas armadas francesas en España en 1808) permitieron a los criollos empezar la lucha por la independencia. La familia real de España (el Rey Fernando VII y su padre Carlos IV) fue hecha prisionera de Napoleón. El emperador francés instaló a su hermano José como el Rey de España y sus colonias. Al mismo tiempo en diferentes cuidades del Nuevo Mundo eran formadas las Juntas Provisionales que juraron fidelidad al Rey Fernando VII y trataron de tomar el control sobre las colonias.
En Méjico el proceso de liberación comenzó con la destitución del virrey y la sujeción del Ayuntamiento de México a la autoridad directa de la nueva cabeza de la colonia (que no simpatizaba con la Junta). El 16 de septiembre de 1810 el cura Idalgo dobló la campana de la iglesia de un pequeño pueblo mexicano. Y con grito “¡viva la virgen de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII¡ ¡y muera el mal gobierno!” hizo el primer paso hacia el inicio de la Independencia de Méjico. La guerra duró once años con éxitos variables hasta 1821, cuando al 27 de septiembre de 1821 los miembros de la Suprema Junta Provisional Gubernamental firmaron “El Acta de Independencia del Imperio Mejicano”. La realización de ésta, permitió a cinco estados de América Central (Costa- Rica, Honduras, Guatemala, Nicaragua y Salvador) declarar su independencia.
En Chile el 18 de septiembre de 1810 la Junta de Santiago eligió los vecinos más notables de la ciudad para la Junta de Gobierno. Formalmente la Junta reconoció el Supremo Consejo de Regencia de Cádiz y justificó su Constitución. Este acontecimiento era sólo el principio del proceso largo y sangriento de la liberación del país andino. Pero hasta ahora el pueblo chileno celebra el 18 de septiembre como el Día de la Independencia.
Las tierras españolas comenzaron su lucha contra la metrópolis después de la invasión de Napoleón. Sólo Brasil demoró sus pasos hacia la libertad. La razón es que la Corte Portuguesa tuvo miedo de devenir prisioneros de Napoleón cuando huyó al Nuevo Mundo. Brasil de JuanVI se hizo el centro de su imperio. Y desde 1815 la colonia fue premiada con los mismos derechos que la metrópolis. Pero la revolución portuguesa de 1820 volvió a Lisboa contra Juan VI. La burguesía de la metrópolis, preocupada por el crecimiento del poder de los comerciantes y plantadores brasileños, trataba de restaurar el régimen de la colonia en esa parte del país. La Nueva élite portuguesa intentó devolver al príncipe- regente Pedro (hijo de Juan VI) a la patria. Pero los terratenientes hicieron permanecer a Pedro en Brasil. Y el año siguiente él firmó un acto que estableció monarquía constitucional encabezado por el imperador con la capital en Río de Janeiro.
Todos estos acontecimientos crearon los enormes cambios no sólo en América Latina sino en todo el mundo. Y cada país los celebra de modos variados.
Brasil es un país de los carnavales y esta fiesta no pasa sin ellos. En las calles de las ciudades transcurren las procesiones disfrazadas. Y sólo en la capital pasa el desfile militar en que asisten el presidente y todo el gobierno brasileño.
En Méjico el Día de la Independencia es un día festivo, bello y largo. Nadie sabe porqué las celebraciones oficiales empiezan en la víspera del Día de la Independencia. A las 11 horas del 15 de septiembre el presidente mejicano sale al balcón de su palacio y recita la misma ceremonia que usó el cura Idalgo en 1810 para proclamar la independencia. Y con las palabras “¡Viva Méjico!”, “Larga vida a la República!” él anuncia el comienzo de la fiesta. En las plazas mayores se presentan los escenarios que ilustran los acontecimientos de la lucha del pueblo mejicano por su libertad. “Celebrar la Independencia, – dice Enrique, un mejicano que vive en Moscú, – es para mi “Mi Año Nuevo”, en el que puedo refrendar mis valores patrios y cívicos, dar lo mejor a mi Patria: desde las cosas sencillas como no tirar basura en las calles, no contaminarlas hasta no recurrir a soborno, no ser despectivo o discriminatorio con mis semejantes, ser un promotor de su cultura, de su historia”. Al final de la celebración en la capital los militares demuestran al presidente y a los espectadores lo que pueden hacer.
Costa Rica es un país que no tiene ejército. En el Día de Independencia en lugar del desfile militar se celebra un desfile de los niños. Ellos, vistiéndose con los trajes nacionales y con aire orgulloso, pasean por las calles de sus ciudades.
Actualmente, septiembre es celebrado como el mes patrio, y en toda Nicaragua salen a relucir las banderas azul y blanco en las casas familiares. Las actividades conmemorativas llevadas a cabo por escuelas e instituciones inician el primer día. Parte de las celebraciones independentistas nacionales era el “Festival Nacional de Bandas Rítmicas”, que se celebraba tradicionalmente en los primeros días de septiembre pero que actualmente se ha trasladado a otras fechas, diferentes del mes patrio. Estas bandas son grupos que combinan música y coreografías rítmicas, conformados por alumnos de colegios de toda Nicaragua. Cada banda representa a su escuela y se hace una eliminatoria departamental, y el 7 de septiembre compiten ante un jurado que elegirá a la mejor banda rítmica del país. El festival se lleva a cabo en Managua, y está abierto a todo público.
En Chile el Día de la Independencia tiene sentido adicional: “En nuestro pais, – dice el Señor Patricio Brickle, el Segundo Secretario de embajada de Chile, – el 18 de septiembre es además la fiesta de la primavera. En el hemisferio austral el invierno es el tiempo más caluroso. En este día las calles son empaliadas. La gente baila, canta y come mucha carne”.
En Honduras este año nadie y ninguno puedo reunir el pueblo, aunque el Día de la Independencia sea una fiesta de la unidad nacional. Desde el golpe de estado (28 junio) el país esté en el profunda crisis nacional. El presidente Manuel Zelaya fue exilado, la vida de la capital está paralizada por las manifestaciónes de los contrarios y seguidores del nuevo gobierno. Ningún estado reconoció la junta militar. Ésta llevó a aislamiento internacional de Honduras. Las partes tratan de salvar las diferencias pero sin fruto. Aunque los hondureños celebren su Día de la Independencia en diferentes campos aunque la crisis continúe, ellos evocan los acontecimientos del pasado.
Aunque la tradición de la celebrar de este día es múltiple, la idea es única – recordar los acontecimientos que pasaron hace muchos años. Los acontecimientos que crearon siete naciones diferentes. Diferentes pero con el mismo origen único. Los acontecimientos que reunieron las naciones en su deseo de la libertad.
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