¿Hay un lugar en Moscú adonde los españoles e hispanos podrían venir a pasar tiempo en un ambiente familiar? Y donde los visitantes rusos encontrarían lo típico de la vida nocturna de las culturas hispánicas, de su movida, sin artificios de imitación (no es ningún secreto que muchos rusos adoramos lo hispano – como otras culturas ‘exóticas’ – pero a veces muy a nuestra manera, tal y como lo imaginamos nosotros y no como es en realidad).
Sí, desde hace poco existe un lugar así. Para convencerse de ello los invitamos a nuestros queridos lectores a asistir a una de las veladas hispánicas que se celebran cada domingo en el club moscovita que lleva el gracioso nombre de Dreadnaught Jineteando (Arbat, 22).
El pasado domingo 14 de marzo fue la vez de Chile. Como otros eventos de este tipo fue organizado en conjunto por el Centro Iberoamericano de Periodismo y Cultura de la MGU, la Asociación de los Estudiantes Latinoamericanos y la dirección del club. La velada – que de cierto modo fue un homenaje al país andino afectado recientemente por el catastrófico terremoto – fue inaugurada por el segundo secretario de la embajada de Chile Patricio Brickle y el presidente de la Asociación de los Estudiantes Latinoamericanos Iván Valderrama y se centraba en el tema de la trova latinoamericana y el cine chileno.
Desgraciadamente la participación del trovador Pedro Saavedra, programada también para esa noche, no pudo tener lugar. Sin embargo, los asistentes (que poco a poco se reunieron muy numerosos) tuvieron la oportunidad y el gusto de escuchar melodías chilenas durante la actuación del grupo ruso-chileno Aquamater. El público brindó una calurosa acogida a Nimeya, Katia, Enny y Svetlana que cantaron y tocaron entre otras varias obras de Violeta Parra y hasta una canción de la Isla de Pascua.
El cine estuvo presente a través de la proyección de "Machuca” una película de Andrés Wood ganadora de varios premios que sumerge al espectador en el ambiente de los turbulentos días del 1973, como también de los filmes de los dos Larraín: "Tony Manero” de Pablo Larraín y "La frontera” de Ricardo Larraín (Premio Goya del 1992).
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