El mejor lector de Lenin no escribió un libro para elogiarlo ni para
criticarlo sino para desmitificarlo.
El mejor lector de Lenin, que es posiblemente el último gran escritor de
Rusia (licencia poética), no era un fogoso poeta ni un apóstol de la prosa,
sino un vagabundo alcohólico.
El mejor lector de Lenin no criticaba el sistema soviético, como hizo
Yevtushenko, sino que criticó al propio Yevtushenko.
El mejor lector de Lenin no escribió un capítulo lleno de palabrotas, sino
que se inventó un prefacio diplomático en el que fingía eliminar un capítulo
lleno de palabrotas que jamás existió, y luego bebió apuradamente hasta el
final.
El mejor lector de Lenin tiene una estatua, pero no tuvo nunca una casa
fija.
El mejor lector de Lenin no escribió una novela sobre Shostakóvich, sino
sobre un cristalero con el mismo nombre.
El
mejor lector de Lenin se llama como Víctor Yeroféyev, pero por suerte se llama
Venedikt Yeroféyev.
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