Este verano durante el viaje por Europa yo he llegado por fin hasta el país de mis sueños. Hasta España, la tierra de las más emocionales gentes, lengua y arte... Pero durante los tres días, que pasé en España, no comprendí, donde estaba. La cosa es que yo y mis padres descansábamos en una ciudad balnearia, Lloret de Mar, un sitio bastante agradable en la costa del Mar Mediterráneo en el noreste de España, cerca de Barcelona. Allí hay muchos turistas de toda Europa, por eso Lloret de Mar lo llaman frecuentemente Torre de Babel. Pero, que allí mucha gente hablara ruso, eso me sorprendió y hasta desconcertó.
Y el primer vendedor que encontramos, resultó un graduado de alguna universidad de Moscú y dominaba la lengua rusa perfectamente. (Entre otras cosas, le compramos a él una maleta, porque antes de eso habíamos visitado una tienda degustadora de vinos ricos y salimos de allá muy alegres consiguiendo 10 litros de vino para llevar, por eso necesitábamos una maleta nueva. Vale, seguimos adelante. En otra tienda quise preguntar cuanto valía alguna cosa: “Perdón, señor...” “Да! Как дела?”- oí en respuesta. Además algunos hasta dominan la blasfemia rusa, pero pienso que no se dan cuenta de lo que dicen. Y por fin pasando por las infinitas tiendas llenas de preciosas piezas de artesanía española (abanicos, castañuelas, trajes nacionales, zapatos flamencos...) a pesar de todo llegamos al mar. El mar, que es tan cálido y tranquilo allí y la arena granulada cómo alforfón son asombrosos...
Pero ¿no es hora de volver al hotel? Mañana tenemos que levantarnos muy temprano para la excursión a Barcelona y arreglar otras cosas! “Podría usted decirme ¿qué hora es?”- le pregunté a un hombre sentado cerca de nosotros. “Десять часов вечера”- me contestó en ruso...
Así que no he conseguido practicar mi pobre español, pero a pesar de todo estuve feliz, porque en ninguna parte más he encontrado un sol tan caluroso y amigable.
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