Desde buena mañana una amiga mía en la universidad me chocó con la noticia que Turquía la tarde precedente había declarado la guerra a Estados Unidos. Claro que en seguida toda la facultad supo lo de la guerra mundial. Pero en mi artículo quiero aclarar la situación. Hace poco en Turquía salió el nuevo best-seller Metal Storm de dos autores turcos Burak Turna y Orkun Ucar en que Turquía al arrimo de Rusia y la UE hace una guerra victoriosa contra EE.UU. con objetivos nobles. En la opinión de autores y alguna que otra vez en la conciencia de la sociedad turca este acontecimiento puede ser no sólo fantástico sino real. El libro apareció en aquella ocasión cuando los ánimos antiamericanos se agravaron. Un sondeo de opinión pública en Turquía mostró que un 82 % de población consideran que después de la reelección de Bush el mundo se hizo más peligroso. Poco tiempo después Ankara retiró a su embajador en Washington. Entretanto, proyecta atacar a los separatistas kurdos en Mosul y 140 intelectuales musulmanes apelan a Benedicto XVI. Al mismo tiempo, seguía preparando un bombardeo a disidentes kurdos en el noreste iraquí.
Los desesperados intentos de George W.Bush y el vicepresidente Richard Cheney para bloquear la moción fueron esta vez en vano y, ahora, la cuestión pasa al plenario de la cámara baja. Entretanto, 140 intelectuales y académicos musulmanes acudían al papa Ratzinger para apoyar un llamamiento biconfesional “por la sobrevivencia del mundo”. Afirmando representar 99% de islámicos –una religión sin autoridad central-, sostienen “la urgencia de un entendimiento firme”. Turquía se ha convertido en piedra de escándalo. Por una parte, sigue empecinada en negar el exterminio de armenios durante la primera guerra mundial. No obstante, su gobierno de orientación religiosa trata de revertir reformas laicas de Kemal Atatürk, en cuyo nombre se niegan los masacres de armenios y kurdos en 1915/22. Por otro lado, también pretende hostigar a la autonomía kurda en el noreste de Irak.
Ahora, mientras la Unión Europea y Rusia buscan formulas de negociación, la declinación política de Bush le impide presionar seriamente a Turquía. Tampoco puede hacerlo la UE, luego de que el presidente francés Nicolás Sarkozy se opusiera redondamente al ingreso otomano en la entidad.
Sin duda, EE.UU. está en la peor situación posible. Turquía forma parte de un grupo de “intereses especiales”, que incluye Israel, Arabia Saudí y Pakistán, regímenes que suelen cometer excesos contra diversos grupos étnicos o políticos. Washington mira para otro lado y no hace preguntas incómodas. Así ocurre con el activo tráfico israelí de armas, el papel del clan ben Laden en el ajedrez saudita o los abusos de Pervez Musharraf en Pakistán.
Sin la menor duda, Turquía puede desencadenar un desastre en Levante. Si ataca Irak, trabará los planes de repliegue en Bagdad e involucrará a Irán, que tiene su propia minoría kurda sunnita. Por otra parte, el Pentágono envía a Irak vía Turquía 70% de suministros aéreos, 90% de blindados antiminas y 30% de combustibles refinados. Todo esto tiene una lectura nada grata a los armenios: como ya les sucedía cuando romanos y persas se disputaban su país, son víctimas o espectadores de la historia, no sus protagonistas. Igual les sucede a los kurdos: gobernantes de esa etnia –los mamelucos- detuvieron a los mongoles en el siglo XIII y controlaron Egipto hasta 1517. Pero nunca lograron la independencia en su país natal.
Marina Urségova, cantante y compositora, aficionada al deporte y a la música, se interesa también por temas ecológico-ambientales y de la naturaleza.
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