¿Habéis visto alguna vez el agua que baila? ¡Y que no sólo baila, pero baila el vals, tanto más baila al son de la música de Chaykovsky!
Si pensáis que bromeo, salid cualquier día de descanso a Barcelona y os convenceréis vosotros mismos. Allí algunos minutos antes de las ocho de la tarde dad sin falta una vuelta por el tránsito de María Cristina al pie del Palacio Nacional, allí ya encontraréis las fuentes mágicas de verdad.
A las ocho en punto resonarán los primeros acordes de la música clásica famosa, que vivificará los chorros monótonos e incoloros, los coloreará en una multitud de matices inimaginables, los hará moverse al compás, girar en coro, entrelazarse uno con otro, volar a las estrellas, dividirse en las combinaciones más inimaginables y cumplir los pasos asombrosos.
Quince minutos pasan como en sueños, toda la ciudad está encantada por ésta unidad maravillosa de la música, agua y luz. Pero por algunos minutos tendréis que volver a la realidad nuevamente, y podréis cambiar el lugar de la contemplación, más allá que observar todo el cuadro completamente, o acercarse a la fuente para unirse con este milagro.
Dentro de un tiempo, de nuevo comenzará a sonar la música, pero ya es otra, las fuentes de nuevo se pondrán a bailar, pero ya un baile nuevo…
Pero eso es indescriptible, ¡vale la pena verlo con sus propios ojos!
Los hechos:
Este milagro fue construido por Carlos Buhigas. La fuente consume 2,430 litros de agua en un segundo, chorro central alcanza la altura de 50 metros. 28 cascadas e iluminación de varios colores forman la cantidad infinito de las combinaciones. Los chorros de agua se iluminan con 4730 lámparas con 10 filtros de luz.
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Ana Bóndareva es estudiante del tercer curso en el centro de antropología social de Universidad Estatal Rusa de Humanidades. Se interesa por lenguas y cultura de América Latina y Europa Sur
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