Me
gustaría dedicar mi intervención a la tierra inolvidada y muy querida de México
a los recuerdos que primeramente empiezan a girar en mi cabeza como fotografías
vivas cuando de pronto aparece esta palabra mágica: MÉXICO.
Agua es la
vida. Para México estas palabras son especialmente justas. Me parece que en
ninguna parte del mundo tiene este líquido vital un papel tan importante como
en la zona tropical de México. Vamos a viajar un poco por la Península de
Yucatán e incluso hasta la isla de Cozumel.
Cenote
Azul – el ojo redondo del cielo y de agua – ambos al mismo tiempo, se ubica
cerca del capital del estado mexicano Quintana-Roo, que se llama Chetumal. En
toda la península de Yucatán los cenotes (no son muchos) eran y todavía son
lugares sagrados y de mucha importancia. Claro que a causa de la falta de agua
dulce (son sus depósitos naturales) y también creo que por los sentimientos de
alegría y felicidad que embargan a todo aquel que se mete en su agua. Agua de
colores diferentes, verdes y azules, con matices de gran diversidad. Los
natives saltan al cenote sólo para divertirse, independientemente de la altura,
que pueda lograr hasta veinte metros. ¡Viva la valentía!
Otro
paisaje, diferente. Es imposible no contemplar el agua tranquila de color
turquesa y la arena blanca del mar Caribe cerca del sitio arqueológico de
Tulum, donde las iguanas, estas señales eternos del remoto pasado y del presente actual disfrutan al sol sobre
las piedras grises, grandes y calientes y no le dan cuenta a nadie. Reptiles…
Seguimos.
Cabo del norte de la Península, no muy lejos de la “ciudad blanca”, de Mérida
hermosa. El golfo de México tiene allí un agua tan agria y salada que enseguida
las hondas te ciegan por el dolor de los ojos. Pero poco a poco empiezas a
saborear esta agua tan distinta, peligrosa y extraña como lo parece por primera
vez… Y después, al acostarte agotado sobre la arena aparece un milagro
verdadero: el vuelo de los pelícanos. Nunca pensé que estos pájaros, a decir
verdad bastante feos, sean capaces de volar de manera tan elegante. Lo último
me impresionó muchísimo porque nunca había visto nada parecido. Milagro…
La Isla de
Cozumel – arena blanca y aventura inolvidable, cuando fuimos en un grupo de
tres personas a ver un sitio arqueológico llamado Castillo Real y descubrimos
que se ubicaba unos quince kilómetros más lejos de lo que pensábamos pero a
pesar de esto fuimos caminando y regresamos a nuestro hotel hacia la
medianoche, gracias a los guardafronteras que nos ayudaron en el regreso… Cozumel
de la idioma maya se traduce como “la isla de las golondrinas”. Y es curioso
cuando vimos estos pájaros dormidos dentro de los pozos abandonados de la isla,
pensamos primeramente que eran murciélagos. Emocionante…
Falta acabar
con la nota mayor esta pequeña galería de recuerdos que mayormente consiste en
los pájaros y lugares acuáticos. Y, como siempre - ¡Que viva México!
Eugеnia Semákina es graduada de la
Facultad de Historia de MGU