El 12 de octubre, Día de la Raza, se conmemora la fecha en que la expedición de Cristóbal Colón llegó a las costas de una isla americana en 1492. El 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América, que culminó con el llamado «encuentro de dos mundos», que transforma las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos. El Día de la Raza – o Día de la Hispanidad en España – se celebra en la mayoría de los países hispánicos.
México fue el primer país que adoptó oficialmente esta iniciativa durante el régimen del presidente Álvaro Obregón a sugerencia del filósofo y maestro José Vasconcelos. Él acuñó, como lema, la expresión «Por mi raza hablará el espíritu», aplicando el concepto de raza a la comunidad de países latinoamericanos hermanados por su lengua y cultura.
El concepto de «raza» es una noción de tremenda importancia para todo el pueblo mexicano. La imagen ¿tectonico? de esa idea se puede ver en los monumentos de la capital del país, en Ciudad de México.
Primero, es el asombroso monumento La raza. La propia idea de la raza mexicana está magníficamente plasmada en el conjunto de este monumento. Consiste en una pirámide y una serie de estatuas. En el pedestal superior de la pirámide se encuentra una águila con una serpiente en el pico, sentada sobre un nopal. Para quienes no lo sepan, esta imagen representa la fundación de la Ciudad de México por los indígenas y también es el escudo de Estado de los Estados Unidos Mexicanos. En el lado oriental de la pirámide se encuentra el grupo escultórico Grupo de la fundación de México, y en el lado occidental, el Grupo de defensa de Tenochtitlan. Es el símbolo de respeto por la historia y cultura de los pueblos indígenas del país, el símbolo de reconocimiento del papel importante de la historia precolombina en la historia de México. En mi opinión, la importancia de tal monumento se puede ser estimada solamente teniendo en cuenta el largo periodo de desprecio del pueblo indígena mexicano que empezó con la Conquista.
Otro símbolo de la unidad del pueblo mexicano es la Plaza de las Tres Culturas, en la cual están situados tres monumentos históricos. Son simbólicos, ya que provienen de tres etapas diferentes de la historia del país: el periodo de Tenochtitlan (precedente a la Conquista) lo simbolizan ruinas del pueblo mexica Tlatelolco, la cultura española está representada por la Catedral de Santiago y el México contemporáneo esta simbolizado por un edificio moderno, la Torre de Tlatelolco. Este último simboliza la etapa del sincretismo y unidad nacional de todos los mexicanos, importasen importar su origen racial. La plaza es un lugar de casi misterioso destino; ha sido escenario de momentos importantes y trágicos de la historia mexicana: aquí tuvo lugar la batalla final de los españoles con el ejército de Cuauhtemoc, los últimos defensores de Tenochtitlan; también aquí, tres siglos después, en 1968, ocurrió otra matanza, mediante la cual fue oprimido un movimiento estudiantil y social y en la que perdieron su vida cientos de personas; durante el terremoto de 1985 algunos de los edificios de la Plaza sufrieron daños muy graves.
Por último, el conjunto de monumentos en el Paseo de la Reforma, la avenida principal de la Ciudad de México, puede ser ejemplo de laideología nacional mexicana: aquí los presidentes de la Republica son vecinos de Cristóbal Colon y Cuauhtemoc.
El concepto de la raza ha jugado un papel muy importante en la formación de la nación mexicana. Esa idea supone que los mexicanos son un pueblo mixto, compuesto de dos partes absolutamente equivalentes. Pero ¿existe este noción en realidad, en la mente del mexicano simple? Difícil de decir.
P. S. Cada año, en el Día de la Raza, la policía mexicana toma medidas adicionales de seguridad para la protección del monumento a Cristóbal Colon. La causa es obvia: cada año, en el 12 de octubre, el monumento está expuesto a actos de vandalismo. Y, si pensamos un poco, podremos descifrar los pensamientos de los responsables: si el navegante no hubiera descubierto América, los españoles no habrían masacrado a miles de indígenas inocentes.
Ana Andréievskaya estudia en la Facultad de Historia de la MGU