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Inicio » Artículos » Año lectivo 2008/09 » № 18

La fiesta que siempre está contigo
¿Organizan todo esto sólo para atraer más turistas? – me preguntaron algunos amigos al leer mis entradas en livejournal, donde cada semana aparecía algún cuento sobre las fiestas que se celebraron durante mi viaje de un mes por Mallorca.
¡No! Es el estilo de la vida española, - contestaba yo, y recordaba las palabras de Ernest Hemingway sobre París. Parafraseándolas se puede decir que Mallorca (y España en general) es la fiesta que siempre está contigo y nunca para, si tan sólo para darse alguna tregua y seguir adelante por todo el año y toda la vida.
Los primeros días al llegar a Mallorca me encontré en las calles de Palma - la capital mallorquina. Estuvimos allí a fines de diciembre, y las calles tuvieron olor de Navidad. El mercado navideño con diferentes y bellas tiendas se extendió por las avenidas del centro, mezclándose con las flores de la Rambla y añadiendo el gusto de dulces típicos al sabor de flores que estaba en el aire. Y no se podía pasar a través de él sin comprar churros calientes con chocolate.
Por la noche, casi cada calle sacaba su propio techo único de estrellas, esferas y otros adornos eléctricos que hacían la ciudad de estrechas calles más cómoda y más intima, formando una cúpula brillante. Por todas partes caminaban papas y mamas Noel regalando caramelos a los niños pequeños y sonrisas felices a todos. En las iglesias no se callaron las canciones de Navidad, cantando que todo lo que tenemos es “fum, fum, fum” y los niños pequeñitos formaban belenes vivientes – alegorías de la familia santa.
Al recibir los regalos de Navidad tuvimos una tregua de algunos días hasta la Noche Vieja. Pero esta “tregua” no fue descanso alguno para el estómago: estos días festivos se aprovechan para unirse con diferentes miembros de las grandes familias y preparar la comida típica: paella, arroz brut, carne de cerdo con vino tinto y sabrosos dulces. Así, disfrutando de la cocina mallorquina no te das cuenta cuando ya son los 11 de la noche y ha venido la hora de despedirse del año ya casi pasado. Las doce uvas de suerte ya están preparadas en los platillos, la cava está espumando en las copas y las campanadas están llamando al Año Nuevo.
Algunos días más – y todos ya esperan a Los Reyes Magos, escriben cartas a estos huéspedes del Oriente y de nuevo piensan en sus deseos. Y los Magos vienen, ¡como no! A muchas ciudades de Mallorca ellos llegan por mar en barcas adornadas. Los niños (y no sólo ellos) las esperan con la boca abierta, observando durante media hora el horizonte casi cubierto de la noche. La gente se une en los puertos y grita alegrándose de la llegada mágica. Los Reyes pasan por las calles, tocan las manos deseando felicidad a todos, y su séquito, formado de personajes fantásticos esparce en el aire millones de caramelos para la gente. Pareciera que esta noche se explotan todos los fuegos artificiales que no vieron su turno durante la Noche Buena y la Noche Vieja. Pero no... me estoy equivocando.
La llegada de los Reyes Magos es la terminación de las vacaciones navideñas, pero no de las fiestas. Los árboles de Navidad se cambian en seguida por todas partes en cada ciudad. Y cambian de la manera muy extraña: dentro de las horquillas y ramas aparecen las cabezas rojas de diablos – todo se prepara para la fiesta nueva – Los Demonios – una fiesta que como el Halloween antes del Día de todos santos precede a un día muy importante para los mallorquines – el día de Santo Antonio.
Los diablos salen en la plaza del pueblito Sa Pobla por la noche del sábado, se preparan las hogueras, la música de tambores y a medianoche comienza algo increíble: los demonios empiezan a correr y a bailar con fuego, los tambores suenan por doquier y parece que cuentan tu propio pulso, chillan los fuegos artificiales que te persiguen por todas partes – sobre los pies y la cabeza, explotan en los árboles y los postes de farolas. Y hay sólo dos posibilidades: o escapar para salvarse o bailar en el fuego sin temer nada más.
Después de estas fiestas te sientes muy perdido en la realidad habitual pero también muy renovado, muy puro y presto para empezar el año nuevo de verdad.
¡Que pena que te vayas ahora! La fiesta del Santo Antonio es tan interesante y no la verás, - lamentaban mis amigos.
Sí, ya lo sé: los arboles de navidad dentro poco tiempo cambiarán sus máscaras de demonios por las de carnaval. Después viene la Semana Santa. Luego – el verano con sus fiestas alegres, con la recogida de la cosecha, con algo más, más y más – así hasta la nueva Navidad. Hay que pasar un año aquí para conocer y sentir todo. No se puede, ¿verdad? No sé. Sé una sola cosa que se puede hacer justamente: es vivir este sentimiento y llevarlo consigo – el sentimiento de la fiesta que siempre está en el aire.

Ana Sokolova es estudiante posgraduada de la Facultad de Periodismo de la MGU. Se ocupa del periodismo español e italiano... y echa mucho de menos a Mallorca.
Categoría: № 18 | Ha añadido: quepasa (12.07.2009) | Autor: Ana Sokolova
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