La prostitución es una de las actividades más antiguas que han existido. En tiempos reciente la actitud hacia este problema ha cambiado, hasta que durante los últimos 10 años, cerca de 50 países han aceptado oficialmente la prostitución como una actividad legal, y en este artículo quisiera escribir acerca de mi propia actitud hacia la legalización de la misma.
No creo que pueda ser sólo una posición cierta hacia este problema, claro que hay algo positivo y algo negativo Pero en general puedo decir que soy un adepto de la legalización. La legalización permite controlar la salud de las prostitutas y proveer asistencia médica y profiláctica regularmente. Y esto significa disminución de la morbilidad de las enfermedades venéreas y del sida.
También creo que esto puede proteger a los niños de la prostitución, y a las mujeres de la prostitución coercitiva, ayudar a defender a las prostitutas de la violencia, asegurar las condiciones de vida y trabajo para las prostitutas y dar la posibilidad de formar sindicatos.
Es muy importante hacer notar que la ilegalidad significa gran dinero (se trata de millardos) por concepto de impuestos perdidos por el estado en favor de la economía subterránea. Muchos psicólogos creen que a menudo la prostitución puede proteger las familias de divorcio, pero hay que añadir que esto puede causarlo. El problema está en aspecto moral. Para mucha gente todo esto es simplemente inaceptable.
Y así como se creen que con la legalización la prostitución será más accesible. Lo será, y más segura. Hay otros problemas: el bajo nivel bajo de conciencia civil, la corrupción, la imposibilidad de un buen control.
Hoy en día la prostitución en Rusia se practica casi como si fuera legal: por ejemplo, algunos catálogos se pueden comprar en los kioscos y todos saben qué clase de servicios se prestan en algunos saunas o gabinetes de masaje.
Al mismo tiempo, en nuestro país no hay una buena base legislativa ni palanca alguna para acabar con esta actividad ilegal. Considero que es necesario hacer algo con este problema: legalizar y controlar, o bien, acabar con este oficio; ésto último no es posible. Si no se puede parar el proceso, hay que controlarlo.