Una de las civilizaciones precolombinas más importantes en el continente
Americano fue la civilización Maya. El Mayab, como los mayas llamaban a
su país, empezó a formarse hacia el año 1800 antes de nuestra era, dentro de
los límites de la región conocida actualmente como Mesoamérica, la cual se
extiende desde México Central, hasta casi la mitad de Centroamérica, incluyendo
Honduras y parte de Costa Rica. El Mayab se extendía en su apogeo desde del Sur
y Sureste de México, comprendiendo los estados mexicanos de Yucatán, Campeche,
Quintana Roo y Chiapas, pero también Belice, y los países centroamericanos de
Guatemala, El Salvador y Honduras. La civilización Maya se distinguió por su
excepcional desarrollo en comparación con otras civilizaciones precolombinas,
llegando a tener un sistema numérico muy avanzado, comparable al utilizado en
Europa, un conocimiento astronómico y matemático extremadamente vasto y exacto,
un sistema del cómputo del tiempo que supera en precisión al Calendario
Gregoriano, así como también un sistema de escritura de forma jeroglífica,
consistente en el uso mezclado de ideogramas, glifos y símbolos de carácter
fonético que se encontraba en desarrollo a la llegada de los españoles, y que
de haber continuado desarrollándose, hubiera resultado en un alfabeto fonético
exactamente análogo al usado para las lenguas europeas introducidas e
implantadas por los Conquistadores en América. El sistema de escritura maya fue
tal vez el más avanzado en el continente Americano en la época de la llegada de
los Españoles. Es de todos conocido el hecho de que los Conquistadores se
dieron a la destrucción, en su afán de eliminar las culturas originarias de
América e implantar su propia cultura, lengua y religión. Con el paso del
tiempo, cuando cobró importancia la recuperación del conocimiento de aquellas
culturas, el desciframiento de la escritura maya, debido a su carácter mixto,
entre fonético e ideográfico, representó en su inicio uno de los retos más
grandes para los arqueólogos, etnólogos y epigrafistas del siglo XIX. De hecho,
hasta la fecha la escritura maya no ha sido completamente descifrada, a pesar
de los gigantescos avances hechos desde que el problema se abordó por primera
vez. Una de las piezas esenciales que es en sí uno de estos gigantescos
avances, es el trabajo del Profesor Yuri Valentinovich Knorozov, reconocido en
la actualidad como una de las piezas claves en el estudio de la civilización
Maya, específicamente en el desciframiento de su escritura. El Profesor
Knorozov nació en las cercanías de Kharkov, Ucrania, el 19 de Noviembre de
1922. La primera parte de su juventud transcurrió en Kharkov, trasladándose en
1940 a Rusia, a los 17 años, para estudiar en la recién creada Facultad de
Etnología de la Universidad Estatal de Moscú. Sus estudios se vieron
interrumpidos por el inicio de la guerra. El joven Knorozov se enlistó en el
Ejército Rojo, y sirvió a su país hasta el fin de la conflicto, participando
incluso en las maniobras que impulsaron el avance final del Ejército Soviético
en Alemania y la ocupación de Berlín. Al término de la guerra, el joven
Knorozov regresó a Moscú para terminar sus estudios en la Universidad
Lomonósov. En 1947, el Profesor Knorozov completó su tesis doctoral, basada en
el libro de Fray Diego de Landa, Relación de las Cosas de Yucatán. Fray Diego fue
uno de los primeros sacerdotes enviados por España a México para evangelizar a
los pueblos del Nuevo Mundo, y llegó a ser Arzobispo de Yucatán. No obstante,
en sus inicios como integrante de la orden de San Antonio, en Izamal, Fray
Diego protagonizó varios episodios de destrucción, en los cuales se perdieron
cantidades enormes de códices y escritos mayas. El episodio más dramático es
tal vez el Auto de Fe llevado a cabo en Maní, Yucatán, en donde la destrucción
masiva de objetos y escritos mayas cobró dimensiones bíblicas. Antes de
regresar a España, donde rindió cuenta de sus actos, Fray Diego escribió su
libro, Relación de las Cosas de Yucatán, en el cual incluía un “alfabeto” maya,
que había recopilado de los indígenas versados en la escritura de su propia
civilización. Con la ayuda de este “alfabeto”, y algunos documentos
relacionados, recuperados en Berlín al final de la guerra, el Profesor Knorozov
se dio a la tarea de descifrar la escritura maya, después de haber publicado su
tesis doctoral. Finalmente, en 1952, el Profesor Knorozov publicó los
resultados de su investigación en un artículo titulado La Antigua Escritura de
la América Central. Con el tiempo, este artículo se convirtió en el semillero
de nuevos caminos de investigación, abriendo nuevas puertas y proponiendo
nuevas teorías, hasta ese momento no consideradas y revolucionarias para su
tiempo. Aunque su trabajo fue fuertemente criticado por los mayistas
occidentales, en gran parte debido a la tensión política que prevaleció durante
la Guerra Fría, el Profesor Knorozov continuó sus investigaciones, mejorando
sus técnicas de desciframento, publicando sus resultados en una monografía, La
Escritura de los Indígenas Mayas (1963), y traducciones de manuscritos mayas en
su obra Manuscritos Jeroglíficos Mayas (1975). Con el tiempo, su obra se volvió
más y más conocida entre los mayistas a nivel mundial, dando lugar a que otros
estudiosos continuaran sus trabajos en las líneas de investigación propuestas
por Knorozov. Las investigaciones originadas por sus ideas arrojan en la
actualidad una nueva luz en constante expansión sobre el conocimiento de la
escritura maya. No fue sino hasta el final de su vida, después de la
desintegración de la Unión Soviética, cuando a principios de la última década
del siglo pasado el Profesor Knorozov pudo finalmente visitar las ruinas mayas
en México y Guatemala, restos inmortales de la civilización sobre la que tanto
estudió, y sobre cuyo trabajo y obra impulsó a pasos agigantados el vasto,
aunque aún incompleto, conocimiento mundial sobre la Civilización Maya. El 30
de Noviembre de 1994, en la Embajada de México en Moscú, El Profesor Yuri
Knorozov recibió la Orden del Águila Azteca, la máxima presea otorgada por el
gobierno de México a los ciudadanos no mexicanos. En la actualidad, el
Auditorio Central de la Universidad de Quintana Roo, en la cuidad de Chetumal,
México, lleva su nombre. Para el pueblo de México, las teorías y obra de Yuri
Knorozov representan un avance de proporciones abismales en el conocimiento su
historia y origen. Su nombre está ya inscrito por siempre en la esencia del
saber que los mexicanos tenemos de nosotros mismos. El autor de este artículo
se enorgullece enormemente en mencionar que su padre, un arqueólogo, tuvo el
privilegio y el honor de guiar al Profesor Knorozov durante su primera y única
visita a Izamal, en Yucatán, donde Fray Diego de Landa permaneció como miembro
de la Misión de San Antonio, donde llevó a cabo varios de los Autos de Fé, y
donde probablemente escribió su Relación de las Cosas de Yucatán. El Profesor
Yuri Knorozov falleció en San Petesburgo, víctima de Neumonía, el 31 de Marzo
de 1999. Su figura no sólo es un símbolo de excepcional avance en la historia
de la Humanidad, sino un lazo indisoluble entre los pueblos de la antigua Unión
Soviética y los pueblos de México, América Central y Latinoamérica en general.
Quienes miramos las consecuencias y extensión de su obra con 58 años de
perspectiva, desde la publicación de su trabajo inicial sobre la escritura
Maya, nos damos cuenta de que su legado visionario no sólo es fuente de
infinito conocimiento, sino también de fraternidad y unión entre nuestro
pueblos.
José Agustín Peña es mexicano, estudia el postgrado en la universidad de Ohio,
EE.UU.