En una facultad, histórica y con tradiciones, de una
prestigiosa (todavía) universidad de Moscú es posible no asistir a clases un
año entero, no saber cuántas son cinco, no venir al examen por tres veces
seguidas... y ¡pasar de curso! ¿Cómo es eso? Pues porque simplemente no se
expulsa a un estudiante.
Como
concluyendo cierto ciclo, vuelvo a mi primer tema que abordé en el lejano año
2006: el del contacto/conflicto de generaciones. Pero, igual que antes, lo que
más me preocupa es precisamente que no haya contacto. Ahora con más
distancia y teniendo alumnos que por su edad bien podrían ser mis hijos veo a
la generación joven muy diferente y difícil de comprender.
¿Quién es la figura más importante en la Universidad? ¿El rector? ¿El presidente? ¿El patrocinador? Recuerdo a un colega italiano, profesor Francesco Sini, un verdadero intelectual, aunque considerado algo extravagante por muchos de su entorno. Entre otras sus rarezas figuraban, por ejemplo, la de tomar té y no café como todo el mundo, ir a pie en vez de en coche y ... decir que quien manda en una universidad es el estudiante. ‘A fin de cuentas, trabajamos para vosotros. Si no estuvierais aquí, la existencia de la universidad no tendría sentido.’...
Como muchos recordarán, el oxímoron es una figura en la retórica que consiste en unir lo incompatible y opuesto; con ello a través de un aparente absurdo se llega a enfatizar la particularidad de la situación, subrayando sus características excepcionales. Bueno, esto cuando es acertado; si no, se convierte en absurdo crudo, rudo y nudo.
Me han robado un título de mi columna. Sí, al conocer el caso sonado – y quizá ya un poco oscurecido por otras noticias recientes – del matemático petersburgués que renuncia al premio de un millón de dólares (que le correspondía por haber resuelto uno de los ‘problemas del milenio’) explicando que ‘tiene todo lo que le hace falta’, en seguida me pasó por la cabeza esa frase que se ve arriba. Las cucarachas vienen naturalmente de las declaraciones de una vecina que aclaró sin pelos en la lengua que el sabio vive en completa miseria y escandalosa suciedad e infesta de insectos todo el edificio. Nada que decir, siempre hay puntos de vista: para algunos eres un genio, para otros, un vecino incómodo.
El problema lengua/dialecto, como se sabe, no sólo es muy complicado en lo lingüístico, sino también muy delicado en lo político. Y es político el tema, desde luego, ya que un atributo que distingue una Nación se cree que debe ser una lengua y no un dialecto. Hasta tal punto esto era así que dio origen al famoso aforisma atribuido al lingüista Max Weinreich: una lengua es un dialecto con un ejército.
Como concluyendo cierto ciclo de vida vuelvo ahora a meditar sobre el tema de relaciones intergeneracionales (véase "QP” n.2). Y estoy pensando más concretamente en lo importante que es tener compañeros.
Normalmente me colma de gusto y al mismo tiempo me causa un poco de sorpresa ver las reacciones que llegan de los lectores a lo que publico en esta columna. Por el mismo hecho que haya reacciones, que alguien lea y reflexione sobre lo que planteo. Y en tal sentido me alegró sobremanera la reflexión de Carlos Porras sobre filólogos y lingüistas y que mis modestas ideas le hubieran servido de punto de partida. Punto de partida sí, porque Carlos fue más allá de mi planteamiento: ¿profesionalismo o dogmatismo disfrazado? Dentro de su óptica yo podría formular así mi pregunta: ¿es que se me permitirá ser considerado filólogo si no tengo el respectivo diploma, pero soy amigo de la palabra, amante y cultor de letras, o sea lo que inicialmente el término significó?
Existe un tópico al que se recurre siempre cuando se debe explicar cualquier irregularidad: ésta ocurre por razones técnicas. Es por razones técnicas que en verano por un mes entero no tenemos agua caliente. Por razones, claro, estrictamente técnicas se cancelan paseos en pony (¡!) para niños. Por razones técnicas – que más podía ser – suspende Hugo Chávez su maratón televisivo ‘¡Aló, Presidente!’. En fin, como dice en su blog Mario Benito, “las razones técnicas suelen ser razones de mucho peso. Insalvables.”
Los hombres, sin ilusiones, Recién nacidos, son viejos. Caminan sólo a empujones Y nunca llegan muy lejos...
Esta vieja canción española me viene a la cabeza con frecuencia. Sobre todo lo de empujones :-) Ya voy a explicar por qué, pero antes permítanme otra cita. Un texto cómico recorre la red, titulado: Preceptos del coordinador. La doctrina oculta para quien desee prosperar trabajando con la gente. Los principios de la Doctrina rezan:
Como quienquiera que ejerce concientemente su oficio yo, que hago con bastante frecuencia traducciones, no puedo dejar de pensar de vez en cuando en la condición social del traductor. ¿Será acaso este un bon métier en el decir de Lucien Febvre?
Hablemos del amor es el título de una canción muy famosa que Raphael canta con dulzura... Y de manera convincente. Hablemos pues del amor: ¿por qué las personas a las que queremos no nos quieren y no queremos, en cambio, a las que sí nos aman? Se trata de una pregunta que he leído en numerosas ocasiones y que he oído últimamente de mis conocidos y desconocidos. ¿Por qué esos desencuentros de almas? ¿Por qué esa aparente falta de armonía? Preguntas que vienen sin que se les dé ninguna respuesta.
A finales
del semestre pasado sostuve una discusión en la red, bastante violenta, por
cierto, aunque el destino me salvó de ser tratado con insultos mayores como
ocurría a otros (y otras, muy a pesar mío) lo que parece ser el pan de cada día
para ese mi opositor. Mi suerte y desgracia estaba en no haberlo atacado en
persona sino muy indirectamente: apuntando contra cierto dogmatismo que presume
de profesionalismo.
Ayer una alumna mía me comentó que en su opinión la temporada de exámenes debería ser un período agradable para los profesores, contrariamente a lo que pasa con los estudiantes. Con ello hacía una alusión sutil pero inteligible a que supuestamente sería para nosotros un momento de satisfacción por la posibilidad de dar rienda suelta a nuestro enfado contra ciertos estudiantes malos, retaliando su desobediencia, falta de respeto y desinterés por los estudios.
Cuando en una de sus novelas Graham Greene nos muestra lo fuerte que es el factor humano en nuestra vida, esto hace pensar. Pensar en muchas cosas, y muy diversas.
¿Cómo piensa Usted que es posible aprender una lengua (o más) a perfección ? Yo por mí espero poder hacerlo. Pero cuando una persona empieza a estudiar una lengua extranjera quiere saber como la aprendió su profesor. Es muy interesante y puede ser útil... ¿No? De eso quería hacerle unas preguntas.
Bueno, la perfección creo que es un ideal, y como tal es inalcanzable. Pero lo bueno de un ideal está en que puedes aspirar a él y acercártele siempre más. Y la palabra perfección nos hace pensar en cierto tal perfeccionismo que creo que es una cosa muy buena para aprender lenguas y no sólo.
Hace poco, sólo me preguntaban de vez en cuando si estaba en contacto. Últimamente empecé a recibir por correo electrónico mensajes que decían: Un conocido tal te ofrece su amistad. O: Un amigo tal te propone crear un nuevo mundo. Propuestas tan bonitas que en un primer momento te parece muy raro que alguien pueda tener nada en contra. Pero si te pones a reflexionar...
Esta expresión española que me gusta mucho (y a la que llamo siempre la atención de mis estudiantes) me pasa últimamente por la cabeza muy a menudo cuando veo y reflexiono de lo que ocurre a mi alrededor.
Un amigo mío, docente universitario igual que yo un buen viernes por la tarde (¡!) recibe de sus superiores una orden: se le incumbe permanecer veinticuatro horas del día tal (y la respectiva noche, naturalmente) en la facultad vigilando... ¿por qué? Pues, por si hay alguna emergencia o ataque terrorista en vistas de las elecciones. Ni más ni menos. ¿Y los guardias, de ésos, tan amables, que son los primeros en saludarnos cada mañana? ¿Acaso no es su pan de cada día y su deber sagrado? Nada, dormirán como lirones. Y tú, pobre hombre, ¿cuándo dormirás? ¿Y en qué estado vendrás a dar tus clases al día siguiente? Pues, amigo, francamente, les importa un pepino... u otra hortaliza que quieras.¿Por qué no lo rechazas? Hombre, ya ves: a mí sí que me importa la Universidad y aún no tengo una posición tan consolidada como para pasarme por alto las instrucciones que me llegan desde arriba, por estúpidas que sean.
Da miedo pensar que te encuentras delante a un fenómeno que se está acabando. Y no es sólo opinión mía. Yuri Románov, un magnífico intérprete simultáneo y profesor en la Universidad Lingüística Mauricio Thorez afirma: “somos una especie en extinción. Como no aparezca nadie a recoger el testigo...”
“Tú hablas muy a la española – me decía un colombiano con el que tuve que trabajar en cierta ocasión. – En general, no está mal, pero hay cosas que las decimos de modo diferente. Por ejemplo, ellos (los españoles) dicen feedback y nosotros decimos retroalimentación.” Pues es de este último fenómeno que les iba a hablar... “A veces llegan cartas con sabor amargo...” Así empieza una famosa canción (de Manuel Alejandro y Ana Magdalena) interpretada en diferentes ocasiones por diversos artistas. Y no es sólo canción. Más de una vez me ha ocurrido recordar esas palabras al enterarme de ciertas reacciones que provoca este modesto proyecto – me refiero al ¿Qué pasa?
En vísperas del Día de la Victoria no puede uno dejar de pensar en categorías de generaciones. Nuestros abuelos que vencieron en la Gran Guerra ¿estarán hechos de otra pasta que nosotros? ¿De qué habríamos sido capaces sus nietos y los jóvenes bisnietos? En una sociedad tradicional la distinción es muy clara: los etnólogos y antropólogos observan en muchos pueblos las llamadas clases de edad. También entre nosotros existen diferencias generacionales, quizá menos nítidas, pero más dramáticas porque cada nueva generación vive una vida distinta en un mundo diferente. Y cuando de meros observadores nos volvemos sujetos de las relaciones lo sentimos aún más en nuestra propia piel.
Ser o parecer – canta el grupo mexicano RBD... Y aunque ahí se trate de otra cosa, a veces no puedes dejar de pensar en ello como un planteamiento del problema de vida: ¿ser o parecer? Problema que ya abordé en unos Principios apuntando en esa ocasión la tendencia moderna de hacer ver, de pasar por, de presumir. Que para mí no es sólo, como no cansa de repetirlo Arturo Pérez-Reverte, el lujo y la elegancia, un coche de caballos en el siglo XVII y ahora un Mercedes... que ya se podría presumir de profesionalismo o de bondad, ¿no?
Corren rumores ... Bueno, pues no creo que sea alguna novedad que corran rumores. Es un medio también de comunicación de masas. E indispensable, porque informa a la gente con una operatividad en nada inferior y a veces una fiabilidad que supera los medios tradicionales.
En este tiempo de muchos contrastes con frecuencia topamos con el fenómeno de división y, o más bien, con las personas que dividen y juzgan a otros a la base de procedencia, en función de si se trata de los oriundos de la capital o los nuevos llegados. Es un tópico que existe – creo yo – en todas partes; y no le faltan causas sociológicas.
No es ningún secreto que aunque queramos dedicarnos enteramente a la investigación científica o a la enseñanza, no lo conseguimos – y a veces por motivos más prosaicos – y en ese caso el mejor extra que te proporciona un sobresueldo, te mantiene en forma y te enriquece profesionalmente, es la traducción.
Celebro la decisión de que se publique un periódico en castellano y, como se me pregunta a menudo cosas con ello relacionadas, me gustaría dejar constancia de algunos puntos que me parecen principales, pero que no son otra cosa, claro está, sino consejos...